Las virtudes de los niños suelen despertar en los adultos sentimientos como la nostalgia y la sinceridad. Los menores, que actúan de la forma más natural, desprenden con sus acciones una serie de lecciones que bien pueden ayudar a los emprendedores a mejorar en su desempeño profesional.
Entre estas cualidades, destacan la curiosidad constante y las ganas de pasarlo bien con todo lo que hacen, según ha destacado un artículo de MBA. Sin embargo, las personas van perdiendo estas virtudes según van creciendo y van pasando a estar sumidos por una cotidianidad que acaba con la inocencia infantil.
La habilidad para conseguir que estas virtudes no desaparezcan se convierte en un factor muy importante a la hora de que un emprendedor alcance el éxito. Mantener estos comportamientos supone reforzar los pilares que integran la vida personal con la profesional y ayuda a que el desempeño laboral se haga con más energía e ilusión de lo habitual.
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