Una de las primeras cuestiones que tiene que tener muy clara la persona que se plantea emprender un negocio o actividad como autónomo es que conlleva muchas más obligaciones fiscales y administrativas que trabajar para una empresa y cobrar una nómina.
La liquidación de los impuestos y cargas sociales que pagamos deja de ser algo “automático” que nos viene en la nómina, para ser una carga de trabajo que debemos asumir. Si la declaración del IRPF de cada año ya supone verdaderos quebraderos de cabeza para un trabajador por cuenta ajena, al autónomo se le complica aún más, teniendo que llevar su contabilidad para poder declarar, según el sistema que utilice.
A ello se le suma el pago mensual de la cuota a la Seguridad Social del autónomo, declaraciones trimestrales de IVA e IRPF y un variado número de gastos y gestiones según el tipo de actividad.
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