¿Qué tienen en común Steve Jobs, un emprendedor cualquiera y el dueño de un McDonald's? Que todos ellos se han fijado (o deberían fijarse) en los modelos de negocio y habilidades empresariales de piratas, mafiosos y ciberdelincuentes, los protagonistas de la economía sumergida y el mercado negro. Hay mucho que aprender de ellos.
Ya lo decía el cofundador de Apple: “Es mejor ser un pirata que unirse a la Marina”. Así lo confirman Alexa Clay y Kyra Maya Phillips en su libro The Misfit Economy, una recopilación de historias de narcotraficantes, bucaneros modernos y líderes de bandas que muestran cómo un proyecto criminal y una startup guardan más similitudes que diferencias.
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