Decía Risto Mejide en una entrevista publicada hace semana y media en este mismo diario que "si no tienes una marca personal, en cuestión de años no te va a querer contratar nadie". No es que vaya a ser más verdad porque le dé la razón, pero no puedo estar más de acuerdo con la frase.
La foto del escenario laboral ha salido movida para los tiempos que corren, o corrían. Empresas de nueva creación -obvia decir que de base tecnológica, pues todas las empresas que nacen hoy en día tienen al menos una pata digital- demandan profesionales con aptitudes que difícilmente tienen presencia en el temario de las universidades, hasta hace poco el principal surtidor de mano de obra ‘verdaderamente' cualificada.
Precisamente, hace unos días tuve la oportunidad de hablar con Luis Iván Cuende, el asturiano que estrenó sus 16 años con el reconocimiento de ser el mejor hacker de Europa. Ahora, pasada la mayoría de edad, ha decidido no continuar sus estudios -acabó el Bachillerato y no hizo Selectividad- para dedicarse a lo que realmente le gusta: montar empresas. En su hoja de servicios apenas hay espacio para títulos, pero abundan experiencias reales, habilidades demostrables adquiridas de forma autodidacta y un sinfín de contactos para cuando sea menester descolgar el teléfono, el smartwatch en su caso. ¿Qué inversor no le daría una oportunidad?
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